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Las creencias más comunes que nos #%&$´ la vida

Foto del escritor: Sheila RojasSheila Rojas

Como ya lo he dicho anteriormente, los seres humanos estamos hechos de creencias, literal. Todo nuestro mundo tiene significado gracias a las creencias que hemos formado, aprendido e integrado a lo largo de nuestra vida. Los humanos somos como máquinas o sistemas, que procesamos información a través de nuestros sensores que llamamos sentidos y son la puerta de entrada a percepciones, sensaciones y aprendizajes. Las creencias son producto de esta codificación en donde se encuentran la sensación, la percepción y el aprendizaje, lo que crea significados. Es así como creamos significados para entender el mundo que nos rodea, pero muchos de estos significados o aprendizajes están matizados con un cuarto elemento, que es la emoción, y que puede darle toda una estructura diferente a esos significados, que son recordados con mayor fuerza por nuestra mente y nuestro cuerpo.


Sin embargo, muchas de estas creencias o percepciones, cargadas de significado y emoción, son ahora mismo tu verdadero enemigo y te están jodiendo la vida, limitándote y haciéndote sufrir. Lo peor de todo es que ni siquiera son tuyas. SÍ, así como lo lees, la gran mayoría de ellas te las han heredado o te las han hecho creer sin que puedas al menos desmenuzarlas para tratar de entenderlas y preguntarte si son ciertas. Otras más, pero en menor porcentaje, las has creado tú en base a tu propia experiencia, pero también pueden ser erróneas y fuera de la realidad porque nadie nos ha enseñado a cómo procesar el mundo de manera correcta. Tal vez ni siquiera haya una que sea correcta como tal, pero si las hay las que nos hacen sentir enojados, tristes, frustrados y/o culpables.


A continuación describiré las creencias más comunes que he encontrado en mujeres (y también en algunos hombres) a lo largo de mis más de 7 años de trayectoria como terapeuta. La mayoría de ellas se relacionan entre sí y casi siempre se acompañan y complementan entre varias, por ejemplo: no soy suficiente y, por lo tanto, no merezco cosas buenas. Así que quédate a descubrir las tuyas y revisa con cuáles de ellas te identificas, cuáles te hacen sentido con tu forma de vivir o cuáles de ellas, al leerlas, te hacen sentir algo en lo más profundo de tu ser. Además de explicarte cómo funcionan, te diré de dónde vienen o con qué conflicto pueden estar relacionadas para que busques en tu historia la raíz de estas creencias y poder acompañarte a descodificarlas y cambiarlas por algunas que potencien tus recursos o, al menos, que sean más flexibles y racionales.


No soy suficiente/no soy lo suficientemente buena

¿Alguna vez has sentido que hagas lo que hagas, logres lo que logres, siempre tienes que dar o hacer más? Si respondiste que sí, seguramente tienes esta creencia que te está haciendo sentir que tú y todo lo que hagas nunca son suficientes y siempre tienes que dar más, que tienes que esforzarte para complacer a los demás para que te vean y te reconozcan porque muy en el fondo no sabes hacerlo tú misma. Así mismo, te genera sufrimiento al no poder disfrutar de esas cosas que tienes o lo que has logrado al creer que no es tan bueno, que podrías hacerlo mejor, o que cualquiera puede hacer lo mismo o mejor que tú, y por lo tanto, que no tienes ningún mérito.


Esta creencia viene de una falta de reconocimiento principalmente de nuestros padres durante la infancia, ya que a partir de esa retroalimentación es que nosotras aprendemos a autoregularnos, a evaluarnos y a reconocernos; aprendemos a través del otro. A falta de alguien que te reconozca primero, existe una dificultad para poder hacerlo por tí misma porque no aprendiste cómo y esa carencia de reconocimiento sólo te ha hecho pensar que lo que tú haces no es suficiente o no lo haces tan bien como para que merezca ser reconocido. Por eso siempre te empeñas en exigirte más, en espera de tener eso que siempre has sentido que te falta desde la infancia.


No merezco

Esta creencia es una de las principales causas por las que saboteamos lo bueno que pasa en nuestras vidas. ¿Te ha pasado que estás a punto de lograr algo grande y no te la crees? ¿Te sucede que estando a punto de tenerlo extrañamente sucede algo que te impide concretarlo? ¿Esa relación es tan buena que sientes que estás soñando? Ese es el autosabotaje que, aunque conscientemente sepas que es algo importante para tí y que te has esforzado mucho para obtenerlo, muy en el fondo sientes que es tan bueno que no lo mereces porque a tí nunca te pasan esas cosas buenas como a los demás o que podrías perderlo.


Esta creencia viene de una carencia emocional muy profunda, en la que tus padres no te dieron lo que necesitabas o querías, en donde no cubrieron esas necesidades básicas y te sentiste abandonada, o puede ser que incluso hubo necesidades económicas en la familia que no te permitieron tener algunas cosas que deseabas o necesitabas. Puede venir también de ver cómo los demás si tienen o se les da eso que necesitas y a tí no, tanto que puede hacerte pensar que no lo mereces o no eres digna de tenerlo. Por eso cuando llega algo bueno a tu vida (ya sea una oportunidad, una relación, felicidad, etc) vuelves a sentir que no mereces e inconscientemente lo rechazas.


No soy capaz/no sirvo para nada/nada me sale bien/soy un fracaso

Algo peor que no sentirse suficientemente buena es no sentirse capaz o buena en nada. Sin embargo, es la cosa más irracional del mundo, pues cada una de nosotras, si bien hay un sinfín de cosas para las que apestamos, hay otras miles de cosas que hacemos muy bien, pero el simple hecho de que algo te salga mal es tan frustrante que te hace enfocarte únicamente en los errores y pensar que todo lo haces mal o que no sirves para nada.


Esta creencia viene de una relación de sobreprotección con los padres, en donde no se te permitió desarrollar tus recursos lo suficientemente para sentirte capaz, para construir tu autonomía, para adquirir tolerancia a la frustración, o bien, nunca fue necesario intentarlo porque siempre estaban tus padres ahí para hacerlo por tí; eso te deja con la creencia de que no sabes hacerlo, de no haberlo intentado o con la sensación de que no lo haces bien. Por lo tanto, si no hago las cosas bien, es porque no sirvo para nada y soy un fracaso. Así de extremista es.


Otra de las razones puede ser que abiertamente te hayan dicho que no sirves para nada, que eres una inútil o un fracaso, acabando violentamente con tu autoestima. Ya una vez con esa estima tan lastimada, es muy fácil que cualquiera te pueda hacer sentir de la misma forma con este tipo de comentarios aunque conscientemente no lo pienses, ya sea una pareja o alguna figura de autoridad que te recuerde a tus padres y, por tanto, volver a vivirlo como una niña maltratada y desvalorizada.


No debo mostrarme vulnerable/mis emociones

El tema con las emociones ya de por sí es algo complicado. De verdad, no sé qué tiene el mundo con las emociones, ¿por qué tanto problema por sentir? Desde siempre nos han enseñado que sentir es malo; que no debes llorar, que debes medir la expresión de tu alegría, que no debes tener miedo, que no te enojes y muchos otros tabúes en torno a ellas. Así mismo, nos han hecho creer con estas ideas que mostrar emociones representa una debilidad y que las debilidades pueden ser aprovechadas por los demás para hacerte daño. Sin embargo, la realidad es que todos los seres humanos sentimos, es algo que no podemos negar, y por supuesto también somos frágiles por naturaleza, pero eso no tiene nada de malo. Quien nos vaya a hacer daño, lo va a hacer aunque nos permitamos sentirlo o no, es necesario tener en cuenta que eso sólo se reprime, se guarda, pero no se evita.


Otra verdad es que la emoción se puede acumular al guardarla por tiempo prolongado, por lo que no podemos escapar de ellas. Si no las sientes y las procesas, tu cuerpo lo va a hacer por tí, no te preocupes, y lo puede hacer de formas que no te van a agradar nada, por ejemplo, un síntoma físico. La función del cuerpo es: “Aquí hay algo que resolver con lo que tú no puedes, así que, ¡bitch!, hazte a un lado que yo lo resuelvo”.


Esta creencia viene de haber sido castigada o desaprobada ante la expresión de las emociones, algo que es tan natural en un/a niñ@, por lo que integras que es algo que no se debe hacer y así es como aprendes a guardarlas o a evadirlas, a no permitirte sentirlas o hablar de cómo te sientes porque si te lo reprueban tus padres debe ser porque es malo.

También puede provenir de un miedo irracional a encontrarme tan en contacto con mi vulnerabilidad que puede dejarme desprovista de protección y así me puedan hacer aún más daño, o bien, a mostrar incluso sentimientos positivos como el afecto y que me pueda poner de igual forma en peligro de que los demás lo aprovechen para hacerme daño o a que esto pueda no ser bien recibido por los demás y se vayan de mi vida. Irónicamente, en este último de los casos termina siendo todo lo contrario; las personas se alejan por sentir esa frialdad e interpretarlo como falta de interés y la mayoría de las veces nos podemos dar cuenta de que no siempre estamos en peligro cuando mostramos lo más profundo de nuestro ser, sólo hay que saber quiénes son dignos de ver esa parte de nosotros para que sea bien recibido.


El amor duele

Es la creencia que más limita tus relaciones sentimentales, pues te condena a tener vínculos poco sanos, basados en la violencia y el maltrato por pensar que esto es lo normal. Te hace dar por hecho que cuando estás en una relación siempre vas a sufrir por amor, pues si no, no es amor. Nos hemos hecho tanto daño como sociedad como para que pensemos que algo tan puro como el amor está relacionado con el sufrimiento y son compañeros en una relación. Esto promueve el “aguantar” y quedarse en relaciones, aunque sean tóxicas para tu salud física y mental.


Proviene de los patrones repetitivos que has visto en tu entorno, principalmente de tu familia. Una relación disfuncional y violenta entre los padres puede generar la creencia de que es normal sufrir por amor, que no hay otra salida y que así tiene que ser, por lo que estarás dispuesta a tolerar todo tipo de maltratos en nombre del amor solamente para sentirte “amada”, además de que esto es lo que has internalizado como amor dentro de tus esquemas de pensamiento y lo reproduces en tus propias relaciones. Te hace asimilar que aquellas personas que deberían de quererte tienen derecho a lastimarte, y eso NUNCA es tolerable, ni siquiera de tu propia familia. SIEMPRE, siempre que te maltraten, en cualquier tipo de contexto, tienes derecho a alejarte para no sufrir. No te dejes engañar por la manipulación de alguien que dice amarte.


Lo que yo diga/piense/sienta no importa

Esta creencia te impide básicamente expresar abiertamente lo que necesitas o deseas, así como opinar en cualquier contexto, ya que te han hecho sentir en algún momento de tu infancia que lo que tú tenías para compartir no importaba tanto como lo que tenían que decir los demás. Por eso es que ahora te la pasas trasladando a segundo plano tus necesidades y deseos para cumplir los de otros, tienes una tendencia a querer complacer siempre a los demás, sin importar que tú quedes insatisfecha, todo por “ayudar”. Sin embargo, siempre te quejas de esto mismo y te queda la sensación de que nadie te escucha.


Tal situación viene de una vivencia en la que has sido sometida, anulada e invalidada por tus padres, lo que te ha hecho pensar que no tienes derecho a expresarte y te provoca miedo la simple idea de hacerlo, porque siempre te han impuesto sentimientos o necesidades que no son tuyas, te han dicho cómo debes sentirte o qué no debes sentir, o que tú no opinas por ser un/a niñ@. Frases como “¿tú qué vas a saber?”, “tú no opinas”, “te callas”, “¡qué exagerada!”, “¿por eso lloras?”, entre algunas otras son las responsables de esta creencia y las que se graban tanto en el inconsciente que te impiden escucharte y hacerte escuchar en la vida.


Debería hacerlo todo bien/perfecto

La tendencia a la perfección es algo que está presente en muchas personas y que puede llegar a ser desgastante, simple y sencillamente porque eso no existe. Nunca lo vas a encontrar y sólo vas a obtener un terrible sentimiento de frustración cuando las cosas no salgan como tú quisieras a diferencia de cómo sería si fueras más realista.


No obstante, viene acompañada de algunas otras creencias que hacen la situación aún más rígida y complicada, porque además de tener que hacer las cosas SIEMPRE perfectas, también tienes que hacerlo tú todo y sola. Está cañón, ¿no?


Esto parte de una alta exigencia de los padres, aparentemente para criar un/a hij@ exitos@, lo que en realidad tuvo como consecuencia una personalidad perfeccionista e inflexible. Aquellos padres que reclamaban siempre un 10 perfecto en la escuela, que reprendían cuando era un 9, como si hubieras cometido el peor de los delitos. Así como la primera creencia de la lista, también te hace sentir que nunca es suficiente y que, si no es perfecto, no está bien.


La vida es dura/injusta o el mundo es un lugar peligroso

Esta creencia está muy relacionada con la ansiedad, te genera una percepción de un mundo sumamente peligroso, lleno de riesgos por todas partes y que te impide confiar, desarrollarte y explorar tu potencial.


Nace de unos padres temerosos y sobreprotectores, que transmiten sus propios miedos y limitantes a sus hij@s.


Esto es sólo una guía y, nuevamente, hay que explorar cada caso en particular para descubrir qué experiencias de la infancia hay detrás de esas creencias y desinstalarlas. Esta recopilación es sólo un común denominador que yo he observado en algunos casos que he visto desde mi experiencia profesional. Son sólo apenas las más comunes y existen miles más, algunas demasiado específicas y personales que van de acuerdo a tu historia y a tu familia, pero esas tendrás que indagarlas a fondo en terapia para romperlas y descubrir todo ese potencial que llevas dentro para liberar a tu diosa interna.


Seguramente que te identificarás no con una, sino con varias de estas creencias que forman parte de tus esquemas de pensamiento y de tu forma de vivir que, conforme vayas cuestionando y retando para reestructurar ese sistema rígido de creencias que has formado, te permitirá vivir más plenamente y convertirte en la diosa que siempre deseaste.


 
 
 
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By Psicoterapia para diosas

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